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Poesía de Giordana García Sojo


Giordana García Sojo (Caracas, Venezuela) Editora, docente universitaria y promotora cultural. Estudió Letras en la Universidad de Los Andes (ULA) y antropología cultural y derechos culturales en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Entre 2013 y 2018 dirigió la Editorial El perro y la rana. Actualmente se dedica al diseño, desarrollo y acompañamiento de proyectos culturales y a la investigación social y geopolítica. Ha representado a Venezuela en las Ferias del Libro de Buenos Aires y de La Habana. Ha publicado artículos, ensayos y poemas en antologías y revistas de Latinoamérica y EE. UU. Coguionista de los proyectos de videoarte A.L.M.A. (Amaká, 2020) e Ínsula (en edición), autora y coeditora del libro Venezuela,vórtice de la guerra del siglo XXI (La Fogata/El Colectivo, 2020) y del poemario Lengua materna (inédito).





CLAVE


Perdí mi nombre

sobre una pila de hojas por escribir

forrando la casa de adentro hacia afuera.

Las niñas pintaron sus propios signos

en tres niveles biológicos:

hongos, vertebrados y sueños,

mientras yo dejaba atrás a mi madre:

la envolví entre sábanas recién lavadas

con flores humedecidas en alcohol,

arrojé su cuerpo alguna cisura debió atajarlo.

Cuando volví solamente encontré

un cuarto de espejos

un erizo dibujado con tiza

y brotes de enredaderas en cada esquina.

Cerré los ojos

sin dejar de escribir.







MEDUSA


Amarillo de labio en albor de muerte

esa hora del sueño de niña

tendida sobre insomnio de madre

todo impúdico

exceso de nervio

dentellada de noche circular

como concentrar el orgasmo para atinar

a encontrar pliegues de memoria.

Brota

espléndida la oscura

éxtasis de insecto

alevosía caníbal

amor materno-desterrado.

La cabeza

cae al más helado de los océanos.

Mi hígado en mis manos

mis fauces en mi entraña

carne prófuga

contemplando la belleza del polvo

cartílago tatuado

bajo un jirón

con sumo cuidado sin debilidad

como pujar:

vida viene

enseguida

su declive.

Legajos atados con fibra animal

como la gracia de sentir el peso del sueño de la hija

una noche de piedra

bajo la luz difamante

de la falsa luna.

No queda nada más que el miedo

de una madre insomne

observada por todos.


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