top of page

"22 de noviembre" de Sol Quetzalli (El Salvador/Las Vegas).

ree

Sol Quetzalli (El Salvador, Quezaltepeque, La Libertad, mayo de 1991) se ha desempeñado como docente de literatura en educación media, donde ha desarrollado talleres sobre arte, literatura y cultura. Muestra de su obra ha aparecido en publicaciones digitales e impresas como: Revista Ars (2012), Selección Narrativa (2016), Universos (2016), Soledades (2024), Antología Festival Trinacional de Poesía de Oriente (2024), Miscelánea Poética (2025), Revista Plumas Colectiva (2025).



22 DE NOVIEMBRE

Llevo fuegos milenarios en mi piel,

recuento de silencios

y gritos que espantan a la soledad.


Un beso etílico en vientos perdidos

susurrando en mis venas

el aliento del abuelo.


Argamasa perfecta de pasos olvidados

en los portales cuando los cafetales cantaban amores

a las dulces manos roídas por el miedo al capataz.


Portales bamboleando sueños

y una espina profunda en un Chalatenango, sangrando por la desidia

y por limpiezas totales que no dejaron cuerpos.


Cenizas de un Jesús sacrificado en una mazorca.

Juramento de besos que se refrescan en un Sumpul

que se lava con las tristezas de todos sus muertos.


Llegamos a esta tierra con la treta de las fincas,

que pagaban con fichas nuestra juventud

y tomamos por asalto sus ríos

y nos crecimos en el Lempa.


Ya no habría más ferias de Flores

ni amores conjurados en fiestas de patronos,

solo existe un llanto:

colectiva tristeza,

miedo partido en una naranja...


La niña de ojos claros vagó por el Puluncuilo

cantando desolados sones,

ilusión fecunda en un cielo perdido

en el ruido que venía como fiera amenazante

a destruir la paz y anunciaba el milenio.

 

Y Quetzaltepeque tuvo una despensa

y las tiendas de familias turcas

perdían su conquistadora fuerza

poco a poco dejamos de escuchar a la aurora

poco a poco dejamos de sentir el canto del río

y dejamos de creer en los inviernos de ranas artistas

ofreciendo conciertos donde la esperanza era perdida.

 

Y estábamos en paz

pero aún los ecos de todos los muertos gritaban en nuestra sien.

 

Muchos profetas condenados al exilio

morían despacio con cada vértebra mutilada.

 

Un veneno inundó las carreteras,

contaminó el mágico elixir de los abuelos.

Las ranas dejaron de cantar a la luna

vinieron bestias amarillas, rojas, azules

con un hedor a esperma y a orina en los puentes.

 

La modernización pasaba factura a los excluidos,

a quienes no podían leer las leyes

y sólo podían leer los rostros de artistas en las cinqueras

con quienes ahogaban sus dolores los domingos.



Poema de Soledades (Agüero Editores, 2024)



ree

Comentarios


CENTRO%20LOGO3_edited.png
  • Facebook
  • Instagram
bottom of page