Victoria Equihua, de Capula Michoacán, es poeta, feminista, y miembra de colectiva Calandria con quienes coordina la liga de Slam de poesía para morras en la ciudad de Morelia. Ganadora del Slam nacional MX 2019 (México 2019), semifinalista en el slam national et la coupe du monde (Paris, 2020), costurera, vendedora y maestra, cree en la rebeldía y la autogestión. Egresada de la licenciatura en teatro de la Facultad Popular de Bellas Artes de la UMSNH. Ha recibido varios premios a nivel nacional por su labor poética. Ha colaborado en distintas publicaciones de su ciudad, antologada en diversas publicaciones, en revistas electrónicas, suplementos culturales, presentaciones de libros y lecturas en voz alta. También ha participado en festivales y encuentros de poetas y jóvenes poetas además de coordinar talleres comunitarios y autogestivos de teatro y poesía.
El poema de mi vida
Quiero escribir un poema,
el poema de mi vida,
el poema de todas las vidas.
Quiero decir palabras bellas,
palabras con plumas.
Guardo silencio
el tráfico inunda la habitación,
los carros van y vienen,
el humo se cuela por la ventana.
Mi cuarto es una ciudad,
una ciudad contaminada,
en contingencia,
y recuerdo que yo crecí en el campo,
que mi abuela me llevó a cortar nopales,
que el cielo era claro y el agua fresca,
pero ahora estoy aquí
entre la poesía y las deudas
tratando de escribir el poema de mi vida,
el poema de la vida,
ignorando la cartera con mil pesos bajo mi cama,
mil pesos para soportar esta casa,
para tener un lugar dónde dormir,
dónde comer
dónde bailar
dónde dejar el llanto
dónde sentir amor
mil pesos para pagar un hogar,
para ponerle un techo al mejor poema de mi vida,
el mejor poema de la vida.
Y no sé si escribir de este miedo de quedarme en la calle,
de cómo me late el corazón cuando veo la cartera vaciarse
1 000
999
998
997
996
995
…
0
Pero esas no son palabras bellas,
no son versos para el mejor poema de mi vida,
para el mejor poema de la vida.
Quizá deba escribir que no soy poeta
y escribir sobre la precariedad,
que paso hambre
que toda mi ropa es usada
que conocí el francés por la pantera rosa
que solo sé del mundo lo que veo en internet
que a veces sueño con tener una alacena llena
una casa propia
que mis pensamientos no son tratados filosóficos
que no hay pasión
profundidad
romance
locura
que no conozco palabras maravillosas
que solo he tocado el mar tres veces
que todo me impacta y me asombra
que no sabría cómo tener una conversación con doctores en letras
que mi olor es el de la desesperanza
que mi idioma es el salario mínimo
que mis pies tienen grietas y mis manos tierra.
Quizá ya no deba escribir
ni intentar hacer el poema de mi vida.
Quizá deba buscar un trabajo
con prestaciones y aguinaldo
y de vez en cuando
hacer poemas entre el almuerzo y la salida.
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