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Dos poemas de María Herrera


Caminante, mujer, madre, actriz de teatro, poeta, su ombligo quedó enterrado en Huehuetenango, Guatemala, reside en Los Ángeles, California. Estudió en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de San Carlos de Guatemala, trabajó en el área de derechos humanos y derechos de los pueblos indígenas. Amante de las artes, la política y la palabra.


Su primer poema publicado en la antología, poemas de pandemia de testigo ediciones por iniciativa del canal de Letras en directo, Guatemala. Antología “Voces de mujeres”, Centro Cultural de Mexico de Santa Ana California, “a la mujer que escribe” de Anaquel Literario, Mexico.

Poemas publicados en revistas y espacios electrónicos como Oximoron, Anaquel Literario, Gazeta, Contraste político, Revista Luna, versos de plata, El arte convertido en escritos, etc.


Actualmente, trabaja en un poemario propio. Ella es miembro del Colectivo Anaquel de mujeres poetas. Fue miembro de colectivos artísticos y políticos entre los que destacan el grupo de teatro Güizaches con paz para tú matate (USAC) y “Las descaradas y los descarados” (teatro político) entre otros. Colaboró con él grupo de teatro “Arte escénico Crearte” en California. Ha hecho lecturas de poesía en espacios impulsados desde Guatemala, Mexico, Estados Unidos y España (modalidad virtual). Ganadora de 1er. Lugar de Poetry Slam, mes de abril, 2021 Guatemala.

Fundadora de los espacios Alas de Mariposa y Universos descalzos. Las letras le ayudan a ordenar las ideas de su cabeza.




HUMANIDAD


Humanidad,

una palabra que se repite en mi cabeza.

Pienso,

¿será que existe?


Es algo que he encontrado

en lo mas recóndito de una aldea,

albergado en el corazón de un niño,

el hijo del campesino que acarrea la leña,

ese mismo que juega con sus pies descalzos

y vive bajo el techo de palma,

que las lombrices le piden mas tortilla por la noche,

que el hambre no se lo apago el plato de frijoles

que compartía con su hermana,

aquella niña que desgrana maíz a lado de su madre

y hecha las tortillas en el comal caliente,

que su tarea es hacer el fogón todos los días

y caminar millas para llegar a la escuela sin techo

que atiende un maestro, líder campesino.


Ahí, ahí,

ahí encontré la humanidad

en esa sonrisa pura,

en esa mirada inocente de niños

sin sus agraciados dientes,

con sus pelos incoloros,

su tez quemada bajo el sol,

hijos de mercurio.

Humanidad,

ahí encontré la humanidad.




HIJA DE LA MONTAÑA


Hija de la montaña,

cuerpo de mujer,

hilo de los cuchumatanes,

descalza germinando por donde camino,

bastión de ovejas,

guía de las veredas en los recorridos,

guía entre los caminos.

Soy destino, soy È,

hija de la madre tierra.

En ella nací

como los más blancos claveles,

dadora de fruto de alimentos,

tierra fértil.

Soy cosecha soy Q’anil,

en tus cerros supuro manantiales

como ofrenda ante la gran madre.

Soy copal y agradezco la vida, soy Toj.

Soy humilde y me rindo ante su sabiduría.

No soy perfecta,

pero alabo a mi madre.

Soy Ajmaq,

hija de la lluvia.

Soy agua, soy vida,

fermento los mares con mis sales.

Soy Imox.

Mis profundidades en el océano

son oscuras y perversas,

pero en calma

soy espejo del abuelo sol,

soy luz, soy Ajpu.

Soy atardecer y amanecer.

Soy la aurora, soy Aq’ab’al.

Podría llevarte hasta el mismísimo cielo,

soy inframundo, soy Xibalba

con mi agua dulce desemboco

saciando la sed de los vivos y de los muertos,

soy Kame,

hija de la luna.

Me rigen sus faces,

marcando mis claveles rojos,

iluminando mi ser ante el fuego,

soy fuego, soy K’at, dadora del tiempo,

tejedora, creadora, soy B’atz’,

retoño del don del abanico de los trece sentidos

que libera mi mágico y poderoso ser con aliento de mujer,

hija de la mazorca,

mi abuela Ixmucane

desgranó el maíz blanco, amarillo, rojo y negro

me formó mujer.

Soy jaguar, soy I’x

dándome el hálito de vida

en el que incrustó su sabiduría.

Soy consciencia, soy No’j,

soy hija, soy madre, soy abuela y soy sanadora

soy curandera, soy la Tijax,

hija de la tormenta.

Me formo en la tierra y en la mar

como torbellinos llena de fuerza.

Soy rayos, puedo invocar la fuerza,

soy relámpago, soy Kawoq.

Mi aire como huracán, hago temblar,

soy hálito, aliento de vida

logro dar caricias suaves a tu piel.

Soy viento, soy Iq’,

la libertad en los cielos.

Mi enorme vuelo, llena de alas

mensajeras, dando besos a las flores

soy pájaro, soy Tz’ikin.

Hija de la matriz,

yo soy el origen del humano.

En mis entrañas está la raíz

soy oráculo de la vida,

soy hija, soy madre, soy abuela

y nunca dejaré de parir.

Me multiplico, soy abundancia, soy Aj.

Soy guardiana mujer,

incrustada en la puerta

guía de los que trascienden, autoridad,

mujer guerrera, soy fuerza.

Tengo mi armadura del Tz’i’.

Soy mujer, soy vida, soy tiempo,

soy grito, soy lucha, soy la sonrisa del quetzal,

soy pájaro serpiente, soy el Kan,

la justicia celestial.

Soy los cuatro puntos cardinales,

soy los cuatro colores del maíz

soy agua, soy tierra, soy viento, soy fuego

soy puño, soy fuerza, soy dual, soy venado, soy Kej

soy mujer.

Unidas somos la gran marea inmortal.

Del cosmo somos, al cosmo vamos

infinitas seremos, por los siglos de los siglos.

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