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"El accidente" de Teresa del Carmen Zamora González



Teresa del Carmen Zamora González, (Toluca, Estado de México, México). Licenciada en Letras Latinoamericanas por la Universidad Autónoma del Estado de México. Maestra de profesión y escritora de vocación, ha colaborado con la Revista Escritos de la BUAP, la revista virtual, La Letra Desconocida”, La Revista Elipsis, y obtuve una Mención Honorífica en el concurso de escritura creativa organizado por el Centro Morelense de las Artes, “El caso de Francisco Batio II”. Soy fundadora de la Editorial Soma. Amo las historias, porque nos hacen descubrir que nuestra realidad puede ser más fascinante y divertida de lo que ya es.

La literatura todavía puede sorprendernos, ¡dejémosla!



EL ACCIDENTE


— Señor, no puede pasar. El letrero le está indicando que el paso está bloqueado. El conductor me mira con asco. Es una de esas personas que cree que, por tener alguna posición privilegiada, en este caso no tener que trabajar en sábado, puede hacer lo que quiera.

Llueve a cántaros y el impermeable que nos cubre es risible. Las gotas de agua chorrean mi cara y se filtran a través de mis ojos. La carretera llena de coches atrapados por el accidente; es una mancha de colores helados. Todos tienen prisa pero nadie puede avanzar. Nadie puede escuchar nada salvo el sonido desesperado de algún claxon que busca acelerar el paso. Mis compañeros y yo estamos aquí para intentar, desesperadamente, poner el orden. Sin embargo, sólo nos hemos ganado un par de faltas de respeto y que nos intenten atropellar.

—¿POR QUÉ NO QUITAN LA CAMIONETA RÁPIDO? —me grita una señora desde su pequeño auto rojo. Al bajar la ventanilla se ha empapado toda la cara, sin embargo, sus ganas de reclamar han sido más fuertes que su sensatez.

—¡SON UNOS INÚTILES, PARA ESO LES PAGAN!

—Hacemos lo que podemos, señora —le respondo. El frío que me cala los huesos me impide hacerle una seña obscena.

Otro auto ha bajado la ventanilla.

—¿POR… POR QUÉ TARDAN TANTO EN MOVER EL ACCIDENTE, SEÑOR… SEÑORITA? ¡EESTO LLEVA HORAS!

El tráfico impide a la grúa y a los servicios de emergencia el acceso.

—Por favor… ¡POR FAVOR, TENGA PACIENCIA! —le grito a través de la ventanilla, que ha subido antes de dejarme terminar de hablar y que lo único que ha provocado es que los otros autos me hayan visto hablar con estos conductores y respondieron con una avalancha de sonidos de claxon rugiendo al mismo tiempo. Desesperados, todos exigen saber la explicación que creen que les dí a ellos.

—¡Lo siento, pero no existe una explicación! El tiempo siempre avanza más lento cuando queremos que vaya rápido y entre más queramos que una situación se prolongue, más rápido pasa. Nadie nos enseña la habilidad de la paciencia, más que la vida.

Pero a los autos no les importa lo que digo, porque no me escuchan y los conductores están cómodos dentro de ellos. Sólo queda esperar bajo la lluvia a que pase este otro accidente.

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