
Lorena Medina Martínez es arqueóloga por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y maestra en antropología por la Universidad de Alaska Anchorage. Además, Lorena profesa un gusto por la literatura, de la cual es asidua lectora y a la cual le suma su pasión por escribir cuentos cortos y poesías. Lorena ha participado en Grito de Mujer, en el Anchorage Museum at Rasmuson Center, en el proyecto Librería Donceles; y en el programa de radio De Son a Song de Anchorage, Alaska. Ha sido publicada en la revista “Alaska Women Speak” y en el periodico “Sol de Meianoche”.
CIELO ABIERTO
Como caminaré tus pasos
¿cómo alcanzaré las olas reflejadas en tus ojos?
tonos ocres
aguas de mar de zafiro
ráfagas de viento murmurando ecos
coros partiendo el horizonte
gaviotas prediciendo tormentas
Oh, ¿de qué sales se forman tus espejismos?
que se están desvaneciendo
como huellas en la arena
como arena en el mar
como el mar en el horizonte
como este cielo abierto entre tu y yo
donde apenas coincidimos
en este efímero momento de invierno norte
Y yo... en el mar contemplando tu firmamento
espiando tu reflejo en la luna
para encontrar el erotismo del que construyes tu lenguaje.
Y tu y yo...
como el mar y el azul infinito
agonizantes por tocar, por un segundo
nuestras siluetas
en el cielo abierto
TÚ NO ESTAS
Voy a recorrer las tierras de Anchorage
para distraer al deseo.
Caminaré sobre las nieves
con mis pasos ahogando el fuego
que de ti recuerdo.
Voy a llenarme de tu tiempo
incluso del que no estas,
de estos lugares ausentes de ti
mientras te percibo en el espacio
que siendo tuyo, sufre tu vacío.
Voy a continuar el viaje,
o detenerlo sin esperar una palabra
un movimiento de tus labios
o un beso caído del deseo inapelable.
Voy a pretender no añorarte
Entonces,
voy a esconder todas estas noches
desnudando imágenes de ti…
todas estas noches en que tu no estas
para escapar de mi infortunio
caminando estas nieves que te conocen bien
Entonces,
me voy a esconder exactamente ahí…
donde duele el recuerdo
detrás de los cambios de paisaje
que se traslapan
entre las nieves de Alaska y los bosques de Washington
exactamente ahí…, donde guardo tus besos
como un frío afilado, cortando mis pensamientos
y con el sabor amargo
de los mismos ojos que contienen el dolor
esperando tu regreso.
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