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Dos poemas de Giordana García Sojo


Giordana García Sojo (Caracas, Venezuela). Editora, promotora cultural e investigadora social. Licenciada en Letras por la Universidad de Los Andes (ULA). Diplomada en Gestión y Promoción de Derechos Culturales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Entre 2013 y 2017 dirigió la Fundación Editorial El perro y la rana, y entre 2014 y 2016 fue viceministra de Cultura. Organizó el 1er Encuentro Internacional de Escritoras (Caracas, 2020) promovido por la Fundación para las Artes y la Cultura de Caracas. Es profesora de Literatura Venezolana en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Actualmente es investigadora de Celag y de Sures. Edita el espacio transmedia de difusión de poesía #PoesíaEnCasa. Ha publicado ensayos y poemas en antologías y revistas de Latinoamérica y EE.UU. Ha representado a Venezuela en las Ferias del Libro de Buenos Aires y de La Habana. Coguionista de los proyectos de videoarte A.L.M.A. (Amaká, 2020) e Ínsula (en edición). Coautora del libro Venezuela, vórtice de la guerra del silgo XXI (La Fogata/El Colectivo, 2020) y del poemario Lengua materna (inédito).


Twitter / IG: @giordanags - @poesiaencasa21







DOBLE EXPOSICIÓN


No abomino los espejos

líquida mímesis que me contiene

aguarda el paso hacia olvidos

en visiones cotidianas con olor a comida.


El reflejo arrastra una sombra

va troceándose en recuerdos.


¿Es acaso el pan imaginado

para salvaguardar la consciencia?


Ave herida al filo del sol

dando tumbos en vuelo lastimero

sin dejar de retomar el punto de fuga

hasta el horizonte exacto de mi frente.


Asesta picotazos

abre la hendija por donde brotan gotas

desata el manojo de los ríos de mí.


Un yo doble

cauce del proceso natural

juerga en golpe de cuchillos

sobre el plato de la noche

el perfecto brillo

del ojo animal.





ANTIFREUD


Como la espina dorsal de una mamífera arqueada

barrunto de goce, pelo y carne blanda

bajo el párpado de la noche clínica

afuera la ciudad se expone

torre tubular para aspirar la nada

¡blanca costra de sal

sana cada mordida!

No seremos nunca más dóciles

(jamás lo fuiste, vieja andariega

lóbrega me veo en ti).

Sostenemos la salivación espesa

cuentagotas de seda

para tapar al ojo invasor

mientras la espalda explaya la pista de vuelo

por donde escaparemos las convictas

regando como espuma

la rabia encerrada en cofres

jícaras vasijas ánforas

estalladas las malditas en cientos de pedazos

sobre tu cielo de argamasa

minúsculo panóptico de ti mismo.



Del libro Lengua materna (inédito)


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